Moo Pak, de Gabriel Josipovici

A lo mejor hay -debe haberlos- unos cuantos escritores de nacionalidad inglesa que no son ni los típicos graciosos ingleses -el humor inglés es como el agua potable inglesa: igual que la de cualquier otro sitio- ni los típicos ingleses inmigrantes de cuarta generación que deciden contar las tres primeras en un libro -agua potable, también; uf-, sino narradores sobreintelectualizados snobs retorcidos medio postmodernos nada comerciales y con canas.

Uno sería Gabriel Josipovici. El otro, que leí hace poco, podría ser Geoff Dyer.

Tienen un gran futuro en las librerías de saldo, en las casas con la calefacción central estropeada y en joint ventures con los extremos inferiores de las patas de la mesa que se hayan quedado cortas.

Josipovici, en principio, con ese nombre como de tonto con un ministerio, ve traducido al español su novela Moo Pak 18 años después de haberla publicado en su país -que no es su país, pues Josipovici pertenece, como mínimo, a cuatro países distintos-.

La novela el libro lo que sea esto me lo he leído entero y palabra por palabra, lo que ya es toda una crítica positiva en acto. Eso sí: el libro es flojo.

Si lo leí todo entero y de seguido y doblando las esquinas de la curiosidad -las esquinitas de las páginas; hasta me compré este libro, ojo- ha sido porque Thomas Bernhard me interesa incluso en sus imitadores. Bernhard hizo como medio centenar de novelas en las que el autor narra que alguien escribe lo que alguien dice, o donde se cuenta que alguien escribe que alguien narra; o donde alguien escribe que alguien dice, cuenta Bernhard. En resumen, el narrador testigo disfrazado fallidamente de tercera persona -fallidamente a propósito, pues se desvela en puntuales acotaciones tipo «escribe fulano», en el texto-.

El caso. Si Bernhard hace este virguería técnica para llegar más adentro de sus procesos mentales y más adentro de su ser en el dolor, Josipovici lo hace para disimular también fallidamente lo importante inteligente y especialito que se cree. Así, genera a Damien Anderson que escribe sobre sus paseos charlatanes con Jack Toledano de tal modo que casi sólo oímos a Jack Toledano hablar, perjurar, envanecerse, dar lecciones y hacerse el que está de vuelta de todo. Jack Toledano sólo se diferencia de Josipovici -del Josipovici emisor- en que tiene un nombre más damasquinado; en no otra cosa.

Entonces tenemos a Josipovici enviándonos su mensaje en la botella facetada e intelectualoide de una estructura narrativa tomada de Bernhard y que engaña durante 20 páginas hasta que nos damos cuenta de que Josipovici básicamente nos quiere decir que se gusta mucho a sí mismo con todo y que nadie lo lee.

Moo Pak es referencia al Moor Park de Swift -una residencia- transcrito por en una carta por una criada analfabeta sin las R’s.

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2 respuestas a Moo Pak, de Gabriel Josipovici

  1. Javier dijo:

    Pues vale.

  2. VD dijo:

    Insufrible y adorable. Le sobran las últimas cincuenta, sesenta páginas. Cuando empieza con el rollo patatero de los monos. Por lo demás, obra metaliteraria pura; nada que ver con esa metaliteratura afterpopera de los chinos que últimamente se lee por ahí. Eso sí, es un libro fabuloso para atormentar a estudiantes universitarios que se creen que las filologías son escuelas de idiomas. Como lectura, acaba uno antes con un ruso del XIX, todo hay que decirlo.

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