Cuaderno de la noche, de León Sierra Uribe

Publicado el año pasado por la Universidad de Antioquía (Colombia), Cuaderno de la noche es un librito de León Sierra Uribe (1965) que no ha ganado el premio Rómulo Gallegos ni ha salido en Babelia ni ha salido -again- en ese reportaje de Babelia sobre niñatos latinoamericanos contándonos cómo era su mamá. No.

Y así, de la misma forma que en España hay libros uno tras otro olvidados, ignorados, ninguneados, autores que no tienen ni una sola oportunidad de ser en los otros, supone uno que en los alláses sudáneos pasa tres cuartos de lo mismo, y León Sierra Uribe, con esta novela verdaderamente cojonuda, pues no es nadie o no lo parece o me da a mí que nadie es.

Poco de mi gusto son -para empezar- las novelas militares, los relatos guerreros, la narrativa de cuartel. Qué horror. Pero muy de mi gusto son las estructuras sintéticas, los detalles, los apuntes, las brevedades escogidas con mimo -de Compañía K a Me acuerdo, todos los que quieran-; y eso es, esa forma es la de// Cuaderno de la noche.

Como un diario, de entradas no más allá de las tres líneas, donde un recluta cuenta su servicio militar crudamente, líricamente, con puntería traída de su casa. Así:

Cómo admiro a mi sargento García. Quiero tener su musculatura. Su garra. Su guerra. Hacerme dueño de al menos treinta palabras suyas, regalarle a mi frente las líneas gruesas de su frente. Caminar sus pasos. Morir en mí. Nacer en él.

Esto es buenísimo y no hay nada más que decir.

Otro cacho:

Con la ayuda de varios sargentos y mi teniendo Abadía, logramos llenas el crucigrama que trae el periódico. Hay un mar que se llama Báltico.

151 páginas con trocitos así de inspirados; una pega: las últimas treinta páginas son del recluta manumitido de sus servidumbres patriotas, y ahí la intención del autor queda de manifiesto de forma un tanto burda, pues se nos insiste hasta el hartazgo en que el recluta, manumitido de las botas, echa de menos esa violencia y esos sargentos y esas letrinas de hombres solos, para decirnos, en fin, que la militar es mala escuela y echa a perder a la juventud colombiana: tó un poco obvio de sí.

Pero grande, el resto.