El hombre que gritó la Tierra es plana, de Roberto de Paz

451 Editores ha hecho honor a su nombre y ha vuelto a publicar a un autor ávido de hogueras, inflamable, fungible en el fuego, desesperante para el librero, traedizo para el transportista, rutinario para el crítico, ignorado por los lectores, el novamás de la ruina literaria y el dios nos coja confesados de las imprentas: un autor español.

Los autores españoles arden bien. Arden sus libros de luego en los saldos, y arden sus nombres de inmediato en los blogs de opinación libresca, que en 600 palabras escritas como un subnormal cuestionan 100.000 palabras escritas contra la normalidad, contra el tiempo viendo la tele, tomando cañas o haciendo cursos de html, todo por la patología esa de querer contar el mundo a quien no quiere que se lo cuenten otra vez, que ya sale muy bien contado en 140 caracteres.

Vamos, que muy bien por 451 y muy bien por Roberto de Paz (1982), cuyo libro voy a poner a parir. Sin el libro.

A pesar de los años, cinco, que lleva uno llevando razón, parece que muchos no se dan de cuenta de que en este blog sale un libro porque él lo pide, porque algo tiene que comentar, y no siempre es el propio libro ni nada literario, que a veces es tan solo la portada o la dedicatoria, pues aquí hemos inventado -amén de prácticamente todo- la crítica literaria extrarradial.

Digo esto porque de la novela de Roberto de Paz -que, simplemente, está bien- lo que más me ha convocado la cuerda ha sido la frase «me regaló un libro infumable de Ray Loriga que dejé al tercer capítulo». ¿Por qué? ¿Qué raro soy, no? Veamos.

En la solapa de Roberto de Paz dice: «También ha sido mozo de almacén, repartidor de periódicos y mistery shopper». En la solapa de la primera novela de Ray Loriga, Lo peor de todo, dice: «Ha realizado diversos trabajos (mozo de almacén, empleado en una hamburguesería…)». 

Veinte años después, y un 11-S y dos anuncios de tampones, aquí estamos con las mismas tonterías de siempre. Mozo de almacén. Ese trabajo, amigos, ni siquiera existe. Ya no existen trabajos con nombres que se entiendan, que ahora somos todos auxiliares administrativos o community managers, ambas tareas mucho peores que la de «mozo de almacén». A mí es que eso de que los autores nos cuenten sus trabajos bajos en sus elevadas solapas me molesta. Mucho. Qué se supone que tengo yo que hacer con el «mozo de almacén» de Ray Loriga -aparte de creérmelo-. ¿Comprar el libro por piedad? ¿Entender que los trabajos no verbales del escritor han enriquecido su puto mundo creativo? ¿Entender que eres de los nuestros? ¿No era que iba yo a hacer una crítica amable de este libro y se me está erizando la malasangre?

Que el libro está bien, repito, in media eres. Y que luego voy con ello. Pero sigo con.

Porque me he dado cuenta de que los autores conservadores, de derechas, o directamente comerciales, donde el otro pone «mozo de almacén» ponen «vive con su mujer y sus tres hijos en Albany». Y eso tampoco es literatura. También es repulsivo. Tampoco mola. «Y sus tres hijos». Siempre son tres sus putos hijos. ¿Virilidad=talento literario? ¿La gente no compra libros de maricones o eunucos? ¿Tres hijos?

Ray. La contracubierta de esta novela dice «Roberto de Paz se atreve a escribir una novela norteamericana». Olé. Lo único atrevido en España desde Ray Loriga es escribir una novela española, señores. Escribir una novela norteamericana lo hacen hasta los negros de Nigeria.

La portada son unos taxis en Nueva York. [ítem+: El hombre que gritó la Tierra es plana/ El hombre que inventó Manhattan]

En definitiva: dejar constancia expresa en una novela rayloriguiana de que uno aparta a la mitad libros de Ray Loriga supone un estadio casi enfermizo de eso que se conoce como «angustia de las influencias«.

El libro.

Unir puntos es caprichoso y falsario pero hace pensar que todo tiene sentido. El hombre que gritó la Tierra es plana me ha recordado vagamente a No habrá más enemigo, de Sergio del Molino, pues ambas apuntalan sus referentes en la década de los 90 y, claro, sale Matrix y etc. En eso también tenemos que traer a colación Un buen chico, de Javier Gutiérrez, pues en algunos pasajes callejeros de de Paz nos recorre Madrid como el muñequito de googlemaps, nombrando cada castiza calle o plaza, a lo Mañas de aquella.

Esta vuelta al Kronen no sé vosotros, pero yo la veo mejor para el Kronen que para los que vuelven.

También conecta esta novela con la literatura del padre que tanto nos está haciendo llorar estos días literarios nuestros. No sé si las editoriales lo apuestan todo ahora al día de la Madre en lugar de a Sant Jordi, pero es lo que hay. Padres. Madres.

La novela es ambiciosa en su extensión y su mezcla de tramas, y en ese giro último hacia la conspiración y la acción revoltosa; está escrita con frescura; yo echo en falta algo más de condimento literario en su prosa, y tengo por sobrantes tantas referencias a lugares comunes de la cultura de nuestro tiempo, aparte de la astracanada de referirse a David Trueba como si fuera el escritor más importante del siglo.

Pero bien.

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2 respuestas a El hombre que gritó la Tierra es plana, de Roberto de Paz

  1. Bartleby dijo:

    Hola, por decir algo, señor malherido. Es la primera vez que comento aquí así que aún no había visto esto del «you talkin’ to me?». Muy oportuno, como tantas otras cosas que leo por aquí me ha sacado la sonrisa. No he leído aún el libro, pero coincido con ese sentimiento al leer los bajos oficios en las elevadas solapas. He llegado a leer retahílas prolijísimas, enumeraciones interminables de trabajos anteriores, como si presumiendo de extensa vida laboral uno hiciese alarde de tenerla muy larga. Utilizo un símil sexual quizá en un desesperado intento de hacer buenas migas con Mr. Mal-herido. I’m sorry.

  2. VD dijo:

    No digas Mañas y Kronen. Di Bret Easton Ellis. Puestos a fusilar, mejor el original, digo yo.

    De todas formas hoy se te ha visto un poquitín el plumero. No te preocupes, se te perdona.

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