Técnicas de iluminación, de Eloy Tizón

Eloy Tizón es el mejor cuentista español de todos los tiempos. Eso, para empezar.

Técnicas de iluminación es un libro extraordinario. Esto, para acabar.

Entre medias, llámalo crítica.

La crítica empieza recordando que Eloy Tizón llevaba sin publicar desde 2006. Siete años. Siete años -esto lo hemos dicho ya alguna vez- que pueden ser años de hijos, años de manicomios, años de saltar a la comba: no necesariamente años de estar escribiendo el libro que vendrá. Ignoro si Tizón escribió los diez cuentos que componen Técnicas de iluminación desde 2006, a uno y pico por año; ignoro si los ha escrito todos el año pasado. No importa: no tengo tan claro que mucho tiempo escribiendo beneficie más a lo escrito que mucho tiempo, justamente, sin escribir.

La crítica continúa informando: Eloy Tizón, como tantos, tuvo una desgracia liminar, un primer paso fatídico: escribir un gran libro. Velocidad de los jardines es ese libro de cuentos que, desde 1992, venía diciéndole a Eloy Tizón que ya estaba, que gracias, que para qué más. El escritor quiere escribir, pero muchas veces sus propios libros quieren que se calle, que no adultere una obra recibida como lo mejor que puede hacer un hombre.

Técnicas de iluminación es mejor que Velocidad de los jardines, lo cual viene a significar que Eloy Tizón es mi dios. Gana a los puntos, eso sí -y nos permitimos la frivolidad de subir a un ring dos libros como si fueran dos negros musculosos y bellos-, pues, quizá, el propio relato Velocidad de los jardines será por siempre el mejor relato escrito por nuestro autor; sin embargo, salvo una breve y extranjera (Volver a Oz), todas las piezas de Técnicas de iluminación son de calidad equidistante, equilátera, de predilección inútil: me quedo con todos.

Arranca el libro preludiando, a la manera de Velocidad. Esta vez, en lugar de la advocación de Nakobov, se busca la de Robert Walser: el paseo. Fotosíntesis. El cuento no cuenta nada, no va de nada, no hay trama, y ahí vemos a Tizón desnudo a la manera de Juan Ramón Jiménez, dando de lado los argumentos, porque aquí hemos venido a levantar en lírica un mundo. El riesgo de escribir de nada (Swift), de hacer que nada suceda (Auden), es el riesgo que toma Tizón para devolver a la literatura su especificidad, muy revuelta estos días con tanta gente escribiendo sobre Lehman Brothers, los parados y las camionetas de reparto del pan: la literatura no es testimonio, es eternidad.

El bache, el empacho, la charca de cieno bonito viene en el segundo cuento, igualmente marfil y plata: hasta este lector devoto, con Merecía ser domingo después de Fotosíntesis, se mareó de metáforas, de palabras y huecos, de ese gran vacío material que abre en la cabeza esta prosa en volandas. Y ahí, el pensar el cuento, la técnica, las técnicas de oscuridad, pues no es fácil saber cómo lo hace Tizón, cómo circula la historia por el subsuelo del texto, desdeñada cual raíces, bocetos o ceros. Primeras conclusiones: la enumeración: Tizón enumera, hace inventario de lo real, muy atento al objeto, a la pequeña pista de la vida, con lo cual arma casi siempre más de la mitad de sus cuentos; tal que así:

Sobra decir que la maleta de Tricia era mucho más voluminosa que la mía, el triple o más, pese a lo cual nunca era suficiente y parecía siempre a punto de reventar por sobrepeso, hinchada de tejidos, de tarros de aloe vera, de diccionarios de sinónimos, de botines, de desayunos, un rizador de pestañas, una plancha por si acaso.

Las enumeraciones son constantes, pero no rutinarias; no se enumera para informar, sino para voltear el idioma; una lista de objetos, en Tizón, es una lista de palabras, palabras que casualmente nombran objetos, pero eso es lo de menos. La lógica de la enumeración, por ello, no es la lógica de inventario del gran almacén, sino la lógica de la seducción literaria. Esta seducción está siempre coqueteándote desde lo imprevisible, desviando tu lectura del camino trillado: si dice «aloe vera» uno aguarda «gel» o «champú» o «perfumes», y no: «diccionarios de sinónimos». Ahí el autor nos sorprende, nos pone en vilo; y luego viene «botines», «desayunos»: la frase tiene ya la fuerza de lo imprevisto; momento en el que entra la sintaxis, un nuevo regate a las expectativas: «un rizador de pestañas», artículo indefinido. Con una frase, hemos dado la vuelta entera al lenguaje.

Más conclusiones, al seguir leyendo, al caer en Ciudad dormitorio, La calidad del aire, Los horarios cambiados, Volver a Oz: a veces, hay tramas, se ofrece una triangulación de datos, el tablero tradicional de la narrativa. En Ciudad dormitorio sabemos que la protagonista es una mujer, y cómo es esa mujer y más o menos a qué se dedica (dependienta); hay un mínimo conflicto con su jefe, con una caja cerrada y, por dentro, parece que viva. Nunca sabremos lo que hay en la caja -obviamente-, pero tampoco llegará a importarnos: en este relato, el estilo sigue derrotando al personaje.

Un estilo -para acabar con ello- que siempre nos pillará con el pie cambiado, pletórico de recursos. El más destacado, después de la enumeración, y el más brillante, es algo que podemos llamar binomio, parejas de adjetivos o de nombres, juntos en el papel, separados por una conjunción, pero a galaxias de distancia en nuestro orden mental: «deposita allí la blancura y el futuro», «desangelado y extranjero». También las superposiciones, entradas bruscas de discursos ajenos al tono matriz: «nosotros no podíamos entenderlo, con nuestros pelos revueltos, qué sed, qué hambre, qué todo». Las metáforas I de R (tan Neruda y Umbral): «La mañana espesa de oficinas, lenta de parvularios, arenosa de aparcamientos.» Y los tropos, siempre justificados: (un hombre encuentra una nota de su mujer en la que le dice que le abandona y le explica que la causa es otro hombre y subraya «otro hombre» dos veces): «tu esposa infiel te ha abandonado por un hombre subrayado dos veces», dice páginas más adelante. 

Llega Alrededor de la boda, el Velocidad de los jardines de Técnicas de iluminación, un relato donde quiero descubrir el tema de fondo de todo lo que escribe Tizón. Y ese tema tiene que ver siempre con la felicidad, con la plenitud, con el entusiasmo. Ya los propios cuentos, muchas veces, parecen escritos con el cuerpo (Lispector) y, sobre todo, con un cuerpo en celebración. Alrededor de la boda consigna ese ambiente nupcial, de banquetes y cuñados, de alcohol y evanescencia, que se genera en torno a un desposamiento. Ahí está el mejor Tizón, eludiendo el conflicto, la desgracia, apostando todo a la felicidad. Rabiando porque esos momentos de dicha, de tolerancia, sean eternos: y entonces los escribe.

Ese es el tono Tizón, una épica adolescente, lo bíblico sin castigo, desintegrarse.

«Si soy más feliz me desintegro», decía en algún sitio de Velocidad de los jardines.

Manchas solares: seguimos. Y llegamos a El cielo en casa, un relato largo, memorable, sobre dos mujeres, artistas o lesbianas, locas, jerárquicas. El nombre de Usted utilizado para denominar a una ellas resulta una herramienta fascinante de ambigüedad sintáctica (a la manera de «mi nombre es Nadie», en La Odisea). El resultado deja a la misma altura el estilo y la historia. Cómo no rendirse: «Usted tenía su apartamento, un ático espectacular en Corazón de María, decorado con ampliaciones fotográficas de boxeadores, campeones del mundo de los pesos pesados, gente así de rara. Le atraía, dijo Usted, la sangre, la violencia física, las narices partidas, los huesos rotos, la voluptuosidad tropical de los tatuajes, la santidad del dolor».

Nautilus: el último.

Hay pocos libros que hoy en día y a mi edad me apetezca leer palabra-por-palabra. A fin de cuentas, muchos de ellos ni siquiera están escritos palabra-por-palabra, sino cliché por cliché o tontería por tontería, sumando cachos del periódico y fotos, informes y cháchara de carnicería. Técnicas de iluminación es todo poesía precipitada, química; droga.

Éxtasis.

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12 respuestas a Técnicas de iluminación, de Eloy Tizón

  1. Amigo Juan, no puedo estar más de acuerdo con tus afirmaciones. Técnicas de Iluminación es «el libro de cuentos», más bien «el libro», sin más: todo lo demás que uno pueda leer después son advocaciones. Si hay un dios ahí fuera que se encarga de estas cosas, se ha dedicado a dictar ese libro. Suponiendo que ese dios no se llame, sin más, Eloy Tizón.

  2. Tania dijo:

    Magnífico, lo apunto en la pizarra.

  3. Juan dijo:

    Gracias, queridos.

  4. Pustulio dijo:

    Excelente post. Vale más que cien Babelias. Da gusto ver que Malherido pasa por uno de sus mejores momentos. Eso sí, dada su pérdida de bilis y de belicosidad (lo entendemos, amigo Juan), da grima imaginar los magníficos posts negativos, críticos, irónicos, que nos estamos perdiendo con tantos libro malo y fugazmente célebre circulando por ahí.

    • Juan dijo:

      Dime cuál («fugazmente célebre», me refiero).

      • Pustulio dijo:

        100 recetas de cupcakes para deleitar a tu mascota, La habitación oscura, Sombras para Grey para intervenir en sociedad, Cómo conservar tu matrimonio, Divorcio en el aire, La frase más larga del mundo, El cabrero que cambió su Ferrari por otra cabra, El regreso de la Ministra.

  5. Mike dijo:

    Leído por encima, que veo que hoy te has puesto concienzudo y me lo destripas (volveré cuando ya me haya ventilado el libro; por ahora la recomendación es más que suficiente).

  6. Anónimo dijo:

    Juan, cuando salió «Velocidad de los jardines» fotocopiaba el último cuento y se lo repartía a mis amigos hasta que, por mis pelotas, se lo acababan leyendo. Luego parpadeos me dejó viendo el ejercicio y fue como descubrir al Mago de Oz. Pero si tú, o Juan, mi Juan, al que no conozco pero conoceré porque está de dios, me dices que «Técnicas de Iluminación» es mejor si cabe que «VdlJ», no tengo rapidez suficiente en estas manos para entrar en mi cuenta de Amazon.
    Este post… me se saltan las lágrimas…

  7. Kafka dijo:

    Excelente artículo.

    ¿Has leído «Parpadeos»? A mí también me encantó.

    Un saludo

  8. Peri Lope dijo:

    Estupendo, me alegra saber que Tizón sigue bien.

  9. Excelente reseña. A mí también me parece que Técnicas es mejor que Velocidad.

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