Off-side, de Gonzalo Torrente Ballester

Notarán los que quieran que, aquí, de vez en cuando, echamos la vista atrás y las manos abajo y sacamos del arcón polvoriento de la literatura española un libro cualquiera a ver qué pasa. Casi siempre pasan cosas buenas.

No es raro que uno no hubiera leído, qué sé yo, Un hombre que se va, las fascinantes fastuosas facsimilares memorias de Eduardo Zamacois; tampoco es tan extraño que hayan tenido que pasar varios siglos en el mundo y algunas décadas sobre mí para llegar a leer Vida del capitán Alonso Contreras; raro, ahora sí, es que haya leído uno tan tarde La novela del corsé, de Manuel Longares; y directamente imperdonable y absurdo, letal, es que nadie me hubiera dicho -ni me lo haya dicho: ha sido coña; ha sido la mano tonta- que Off-side, de Gonzalo Torrente Ballester, es una de las mejores novelas españolas del siglo XX.

Qué La saga/fuga ni qué Jota Bé.

Digo yo: andando de clase en clase, del pupitre a la biblioteca, de vagón de metro en vagón de tren, de autobuses y suplementos literarios, de conversaciones librescas, de post en post y hasta a Cansinos Asséns se ha leído uno por sus libros menos necesarios, todo y tal y nadie nunca ha dicho: Off-side; ha dicho: Torrente. ¿Por qué me hacen esto?

Uno quiere ya dejarlo; dejarlo descubierto y dejar lo descubierto, sentar la cabeza del leer: que ya leí lo que había que leer, coño, que ya pasé pupila por el papel meritorio, que ya puedo ver la tele y darme por ilustrado. Pero no: cada tanto un libro viene a impugnar los cánones y la estupidez. Los cánones cañones de la estupidez del prescriptor.

Off-side, por decir algo superfluo, son 600 páginas que GTB -como dicen, tan mariconamente, tan lesbi, en su web- escribió en 2 años. Luego he visto una novela llamada La isla de los jacintos cortados, 400 páginas, que escribió en 1 año. Y he visto La novela de Pepe Ansúrez, 140 páginas, que GTB no fecha en sus inicios, sino sólo en su final: todo para que no sepamos que, seguramente, este premio Azorín le costó a Gonzalo un par de días, a lo sumo una semana.

Eso eran escritores: tenían potencia.

Está uno tan harto -y lo repite- de la novelita de 123 páginas del fulano de turno. Y el fulano tiene 28 años y no da para más. Ay.

Gonzalo Torrente Ballester es un escritor -digo yo- maleable, maleoso, adaptativo. Leer cualquiera de sus novelas, al menos hasta La saga/fuga, es leer un tiempo y una literatura de su tiempo. Torrente siempre escribe a favor de la corriente, y eso, a veces, está bien.

Si en Javier Mariño copieteaba a Joyce, en Off-side le entran a espuertas las influencias de aquello de Butor y Robbe-Grillet llamado nouveau roman, que era un coñazo muy interesante. En Off-side la cosa del mirar, del describir minuciosamente, no aburre nada, sino que viene siéndonos marquetería del diccionario, construcción del lenguaje contra el mundo. Es absolutamente la rehostia cada página de este libro.

Off-side, para mal de GTB seguramente, recuerda a La colmena, de Cela claro, en su afán coral y en su hilo argumental persecutorio: también hay aquí un final de policías que encañonan al desafecto político. La novela está llena de putas y maricones; obviamente, salen muchos escritores entre una cosa y otra. Es una novela rabiosamente gay, en verdad, y abiertamente de izquierdas. Esto seguro que no lo piensa nadie amén de mí.

O de yo.

Personajes, diálogos, descripciones ya dije; tramas, subtramas, finales, consecuencias: todo es poderoso en esta novela mayor. En los medios se le va un poco la pinza al autor, durante veinte o treinta páginas, pero qué, hombre, qué, con 570 páginas otras tan tremendas.

Off-side es lo más grande: hala.

Esta entrada fue publicada en Años 60, Antañón, Imprescindibles, Rareza. Guarda el enlace permanente.

5 respuestas a Off-side, de Gonzalo Torrente Ballester

  1. Anónimo dijo:

    Y Don Gonzalo es el más grande de los hispanos escritores del s. XX (con permiso de don Miguel Delibes, en otro contexto).

    Tengo en muy buen recuerdo el Don Juan, me impactó en mis 17 años, joderr hace ya más de 20 años de eso.

    Sigo recomendándolo hoy en día a todos aquellos que piden consejo.

    Cide Hamete

  2. Juan dijo:

    «Don Juan» era quizá un poco ligera, y un poco libresca; toda esa parte de teatro dentro del libro, y esa otra «de época», me aburrieron un poco. Eso sí: menuda prosa, en cualquier caso.

  3. El problema del canon. El canon siempre proviene del departamento de marketing, véase crítica literaria. El problema de por dónde empezar con un autor.
    La Saga/Fuga es cojonuda, la Saga/Fuga es guay, es chachi. No se metan con ella. Teníamos nuestra propia e hispana metaficción postmodernista cuando tocaba (hace cuarenta años) y no nos habíamos enterado. Teníamos nuestra metaficción a nuestro pesar. Todos los así llamados postmodernos españoles llegan tarde.
    Recomendaciones-descubrimientos inesperados, que quizá conozcáis.
    Había ido a visitar a mi tía a Albacete. La iba a entrevistar sobre los primeros ochenta, andaba yo documentándome sobre el 82, el año glorioso. Había comenzado ‘El cielo de Madrid’, de Llamazares, una novela impostada, falsa y muerta. La había abandonado en la página treinta y me encontraba en Albacete, aburrido.
    Y en la casa de mi tía Encarna encontré dos libros. Dos libros buenos. El primero es ‘Nada en el domingo’, de Umbral. Ahí sí estaban los ochenta y de qué manera. El libro empieza un domingo de 1986, a las tres de la tarde, subiendo la Gran vía en un Madrid vacío. Odisea de un jubilado, bares, puticlubs, fiestas rancias y radiografía urbanística de la periferia de Madrid. Qué más puedo pedir. «La solterona con piso o apartamento presentaba grandes amplitudes, cama matrimonial, espacio para ver la televisión a distancia, librería con todos los premios Planeta y dos teléfonos y dos baños.» La idea de empezar Umbral por esa novela.

    Ahora me tiro a la piscina.

    El segundo libro que me encontré y que jamás hubiera leído si no llega a ser por el silencio de esa casa era ‘Ardor guerrero’, de Muñoz Molina. Our beloved friend.
    Nunca he podido leer más de treinta páginas de narrativa de Muñoz Molina. Me parece petulante, ampuloso y, en definitiva, hueco. ‘Ardor guerrero’ (título poco inspirado) son sus memorias de la mili. En Vitoria y Donosti. En el ochenta. A mí la crónica me gusta. A mí el dato y el mero registro me parecen valiosos. En este libro hay España a raudales. Este libro va de nosotros (y nosotras). Este libro os va a gustar.
    «Españoles eran aquellos que no podían ser otra cosa, según el luctuoso dictamen de don Práxedes Mateo Sagasta. Ser de la provincia de Jaén, o de la de Murcia, era, en aquella proliferación de nacionalidades, como ser de una carretera o de un aparcamiento.»

    Con Dios.

    • Juan dijo:

      Umbral, en su diccionario aquel, ponderaba a MM, para decir a continuación que su última novela -sí, Ardor guerrero- venía a contradecir de hecho tanto elogio. A mí tampoco me gustó mucho; prefería o preferiría Plenilunio. Su ensayo de ahora mismo, Todo lo que era sólido, está bien.

  4. Marqués dijo:

    Yo aún recuerdo con una sonrisa un verano de hace más de veinte años leyendo la saga/fuga..Castroforte del Baralla, sus empanadas de lamprea y a Joseiño. Que tiempos

Los comentarios están cerrados.